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domingo, 12 de abril de 2015

Consideraciones sobre el “sangrado libre� menstrual


Consideraciones sobre el â??sangrado libreâ?? menstrual



Acabo de leer una entrada en la página de â??Círculo Ateneaâ?? sobre la última moda â??feministosectaâ??: el sangrado libre menstrual.
En primer lugar, me gustaría dar la enhorabuena a la citada asociación por sacar cosas que quedan fuera del conocimiento del común de los mortales como esta â??marcianadaâ?? del sangrado libre: no sólo nos informamos de las tonterías que pueden hacer alguna chicas que no llegan a asumir con naturalidad su maravillosa condición femenina, sino que nos pone en contacto al mundo real y a las adeptas a la secta del sangrado, por lo que, con un poco de suerte, alguna â??feligresaâ?? (persona que sigue con fe una doctrina) puede hasta aprender un poco.
En la entrada, que recomiendo, se han vertido comentarios sensatos y llenos de razón sobre esta práctica tan ridícula como antihigiénica. Sin embargo, hay personas que han hecho comentarios ajenos al sentido común, llenos de una ideología que alcanza el nivel de secta y sobre todo, ayunos de conocimientos científicos.
Ensalzar la menstruación como si fuera algo â??semisagradoâ?? es una memez y dice muy poco del cerebro de las que hacen semejante panegírico de un hecho biológico añadiendo, además, comentarios despectivos contra las que no lo hacemos y encima, achacándonos (¡manda Webs!) extraños complejos pseudoreligiosos y sexuales. La paja en ojo ajeno y la viga en el propio, vamos.
La menstruación es un hecho natural y como todo fluido humano orgánico con posibilidades de degradarse (a veces sale ya degradado por el tiempo transcurrido entre la ovulación y la expulsión de un material ya innecesario, si no hay embarazo) y ser caldo de cultivo de microorganismos origen y consecuencia de la putrefacción. Si a esto se añaden los posibles microbios patógenos de las floras vaginalesâ?¦ expulsar esto â??librementeâ?? es una guarrería indefendible actualmente. Y no hablo del VIH.
Porque, señoras feministas incultas, la posibilidad de retener la sangre menstrual con la vagina o el suelo pélvico es IMPOSIBLE. Y, por tanto, la defensa de semejante práctica mediante esos argumentos, una tontada.
Para retener fluidos hace falta un músculo redondo con una gran capacidad de contracción llamado esfínter. Tenemos muchos en el cuerpo pero son los más conocidos el del aparato excretor y el del digestivo.
El resto de los músculos no pueden impedir que salgan los fluidos porque supone una contracción permanente durante un tiempo que es inviable por factores puramente fisiológicos de la resistencia anaeróbica de los músculos frente a la contracción.
La vagina es como el bíceps. Traten de mantenerlo contraído un par de horasâ?¦ diez minutos solamente.
Ahora van y lo intentan con los músculos de las manos conteniendo agua. Se les va a escapar en minutos por dos razones: Porque entre las manos hay rendijas que no tienen esfínteres y porque no pueden mantener la contracción más de dos minutos. Y eso si hay entrenamiento. La capacidad anaeróbica de contracción a nivel muscular no da â??paâ?? másâ??. Y si van a andar echando fluidos corporales cada minuto, avísenme para no sentarme en su silla, so guarras (no es un insulto, sino una opinión libre y basada en unos actos concretos), como muy bien aportan las personas sensatas de este foro en sus comentarios.
Por lo tanto les aviso de que si, las â??gurúsâ?? de su secta les han asegurado que van a contener la sangre menstrual más de un minuto (y ni eso) les han engañado â??como a chinasâ?? (expresión tradicional de mi abuela sin ánimo racista). Es como si les dicen que, si mueven los brazos muy rápido, pueden volar.
Por eso, les ruego que, por respeto a las personas que no disfrutamos ensuciándonos con fluidos propios, y menos con ajenos, no salgan de sus casas mientras practican tan extraño ritual.
¿Saben?, hasta hace 100 años no se llevaban bragas. La ropa interior proviene de las decimonónicas tardías y como cosa muy sexy y, sobre todo, muy cómoda y liberadora. ¡Sííí, liberadora!
Sin embargo, en los pueblos, hasta los años 50 del siglo XX aún había mujeres sin bragas. Cuando menstruaban, se â??recogíanâ?? la sangre con la â??camisaâ??, una prenda exterior por arriba que, por debajo de las enaguas, se prolongaba hasta el final de la falda y con la que, además, dormían.
Frente a la casa de mi abuela había una de esas mujeres y mi madre y sus hermanas, sabían que estaba con la menstruación por los â??restregonesâ?? que se hacía en la entrepierna y hasta la rodilla, en función de hasta dónde le escurría la sangre.
Cuando hacía chorizos al modo tradicional, es decir, mezclando a mano la carne de cerdo triturada y el pimentón en un recipiente bajo y alargado, a veces, mi madre y sus hermanas la veían â??recogerseâ?? esos â??fluidos divinosâ?? con los â??faldumentosâ??. Luego, la buena mujer, excelente vecina, les regalaba algún chorizo que â??asombrosamenteâ?? se negaban a comer, pese a la insistencia de mi abuelo que no sabía nada de semejantes â??maniobras orquestales en la oscuridadâ?? de la bajofalda.
Seguro que las admiradoras del â??sangrado libreâ?? los hubiera disfrutado. ¡¡Qué pena no poder darles alguno!!
Si a alguna de las â??feligresasâ?? le ha dado asco pensar en zamparse la menstruación de otra, que se haga la idea de que a los demás nos da asco la suya. Lo mismo podemos salvar a alguna adoradora de los fluidos.
Mis disculpas al resto si he herido su sensibilidad.
Alicia V. Rubio Calle

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