Hace 14 años, Antonio Castilla abrió su fábrica en La Luisiana, una localidad de la provincia de Sevilla con amplia tradición panadera. Ya su abuelo había producido picos con éxito en las proximidades en los años 60 y 70. Antonio decidió en 2001, al comenzar su andadura empresarial, recuperar la fórmula de su abuelo. Sin embargo, no podía imaginar que tiempo después comenzaría a exportar a Francia y ya se prepara para desembarcar en Estados Unidos y Brasil.
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